HERENCIA

Emplazada en pleno corazón de la Mancha, Herencia es una villa habitada desde la Edad del Hierro, como revelan los yacimientos, y que, tras muchos avatares históricos, entre los que se encuentra, incluso, un cambio de emplazamiento de los pobladores hacia el lugar actual, recibió finalmente la Carta de Poblamiento en 1235.

Una larga historia coronada en los últimos tiempos con la bendición de una imagen muy querida y venerada: la imagen de la Virgen de la Cabeza. No podemos decir que la devoción se iniciara con la fundación de la Cofradía en 1981 por parte del mercedario P. Jesús Fernández de la Puebla Viso, seglar en aquel momento, o con la llegada de la Imagen, tallada y policromada en Madrid por Manuel Romero en 1983, a la calle de la Paz, número seis, a la panadería de su padre, Francisco Fernández de la Puebla, que quiso honrar al pueblo con tan celestial regalo. Más bien, estos acontecimientos vinieron a materializar una fe y una espiritualidad antigua y a darle forma concreta en la vida religiosa del pueblo, que acudía desde hacía muchos años a su cita abrileña con la Virgen en Andújar y a su visita humilde y discreta al Santuario en cualquier momento del año.

Pero quizá el acontecimiento definitivo de este afianzamiento llegó el 19 de agosto de 1990, cuando, en misa solemne, el obispo de Ciudad Real, D. Rafael Torija de la Fuente, llegó al paraje natural de la “Pedriza”, denominado popularmente como los Pozos del Agua, a seis kilómetros de la población para consagrar la ermita que se llevaba levantando en su honor desde que cinco años antes se iniciara el proyecto; en aquel momento, el obispo bendijo también e inauguró el recinto sagrado que olía a jara, a romero y a tomillo, que olía a sierra, que olía a Madre de Dios y que desde entonces perfumaría su estancia, esa que entre el verde oloroso llama la atención por el poderoso blanco de su fachada, porticada con tres arcos de medio punto y sendos a los laterales, y una grácil espadaña lanzada al viento con tres campanas que, si el rumor de los aires lo permiten, se hacen escuchar en la localidad los días de fiesta.

Ermita Herencia

La ermita fue levantada por el pueblo, que colaboró con materiales de obra, sobre el terreno donado por la familia Rodríguez de Liébana a la Provincia de Castilla de la Orden de la Merced, a cuya obra vocacional se entregó la ermita y la imagen en propiedad y custodia. Desde su llegada, la imagen se hizo un importante hueco en el corazón de los herencianos y herencianas, hueco que fue creciendo y fortaleciéndose al amparo de la devoción que se tiene a la Patrona y Alcaldesa Perpetua de la localidad, la Santísima Virgen de las Mercedes Coronada, pues no se entiende ni se concibe a la Virgen de la Cabeza sin un entorno mercedario que gira en torno al Real Convento, donde mora cuando está en el pueblo, donde tiene su estancia de intimidad, donde es venerada y honrada en sus cultos y desde donde parten sus procesiones. Así pues, el escudo de la Orden de la Merced identifica también a la Morenita herenciana, lo lleva en su pecho, flanquea sus puertas, adorna su trono, exorna sus mantos y, sobre todo, la ancla en lo más profundo de la vivencia religiosa y popular de su pueblo. Amaneciendo mayo, amanece una luz especial también en la espaciosa ermita, y la alegría de la vida llena los rincones, mientras la tristeza de la ausencia va tomando también forma en los Pozos del Agua. Pero sea como fuere, el primer día de mayo, tras una eucaristía votiva y concurrida, se coloca la Virgen de la Cabeza en las andas de camino y entre palmas, vivas, cantos y cohetes baja al Convento de la Merced sobre los hombros de sus hijos. Seis kilómetros que se hacen cortos mirando cómo hace senda entre olivares, viñedo, sierra y huertos, derramando su Gracia y sus bendiciones como se derrama el agua en los cangilones de las norias que la van saludando a su paso. Al llegar al pueblo, tras ser saludada alegremente por la campana de la ermita de San Antón y encontrarse en un interminable aplauso con la Virgen de las Mercedes, la Morenita se despoja de su ajuar de camino y se entroniza en la parte derecha del crucero, cerca del presbiterio, para que cada noche durante el mes de mayo, los hijos que se acercan a la Madre, depositen en sus ojos las plegarias y agradecimientos que les brotan del alma.

Llegando al último fin de semana del mes, se preparan los cultos, un solemne triduo precede a la función principal que tiene lugar el sábado por la tarde antes de dar comienzo a la solemne procesión en la que, sobre un trono de plata repujada, con templete o ráfagas, según el año, la Virgen de la Cabeza recorre las calles de la localidad hasta llegar a la casa del mayordomo o mayordoma de ese año para cumplir la promesa, y lo hace acompañada por los padres mercedarios, sus devotos, la peña de Los Peregrinos y numerosas Cofradías de la localidad y de la Virgen de la Cabeza de Castilla- La Mancha. Tras esta procesión comienza la Romería en el paraje que rodea a su ermita aunque no es hasta el día siguiente, amaneciendo el domingo, cuando la Señora es trasladada de nuevo en peregrinación desde el Convento, tras cantar la Salve y despedirse de la Reina de Herencia, hasta su ermita. Una vez allí, ese día de Romería se santifica con la Misa Principal que tiene lugar a las doce de la mañana oficiada por el Comendador de la Merced, tras ella, la fiesta y la alegría no cesa en un interminable ir y venir de fieles que se acercan a sus plantas y que esperan a la tarde para participar de la Verbena Popular y de la tradicional puja o subasta de donaciones y de hornazos, dulce típico de la localidad. De nuevo la alegría y la tristeza se abrazan cuando a las doce de la noche se vuelve a congregar su pueblo para cantarle la salve y, en simbólico gesto, salir a la calle y observar cómo se cierra la ermita y la cancela, como si de un acto sacramental se tratase, mientras por las ventanas se observa el tintineo de las velas que arden en el interior afanándose en que nunca se apague el calor de la fe y la ternura que ha quedado dentro. Y así será, porque durante el resto del año, su Cofradía la mantiene viva en los hogares de Herencia, se encarga de que los visite en capillas domiciliarias, de que pueda acercarse en cada momento a rezarle a la sierra, de que Herencia sienta que tiene una Madre morena que en la blancura tierna de la Merced de Dios se hace barro humano con un rocío divino de esperanza para coronar su fe.

Fuente: Antonio Martin-Viveros Tajuelo . Mirando al Santuario 2010

Medalla Herencia

Escudo cofradía Herencia

Escudo cofradía Herencia

Estandarte Herencia

Estandarte Herencia cofradía