En esta sección encontrarás oraciones a la Virgen de la Cabeza
Tabla de contenidos
Oración a la milagrosa Virgen de la Cabeza:
Amorosa Santa María de La Cabeza
Ruega a Dios por mí
Para que yo pueda tener y vivir
Un amor como el tuyo,
Un amor que me permita realizarme plenamente,
Ayúdame en mis penas y tristezas,
Dame fuerza en mis desesperanzas,
Alivio y consuelo en mis sufrimientos,
Aleja de mi vida las personas que quieren causarme daño
Haz que las ausencias e infidelidades
No me acompañen,
Que la pasión
Y el cariño esté siempre presente
En mi vida amorosa y sentimental,
Y media ante el Señor para que me auxilie
En los obstáculos y problemas
Que ahora tanto me destrozan el corazón,
Él conoce mis necesidades
Y está presente en mis sufrimientos
Por ello,
Pídele que me asista con su bondad infinita en:
(Hacer petición).
Santa María de la Cabeza,
Tú que viviste un amor fiel, dulce y verdadero,
Que con respeto y cariño hacia tu santo esposo,
San Isidro Labrador,
Llevaste una vida pura y entregada,
Consígueme que mi amor este siempre conmigo
Que nuestra unión sea para toda la vida;
Tú que con oración y humildad
Serviste al Señor sin dejar de amar a tu familia,
Ruega para que mi petición sea atendida
Y así yo también pueda gozar de una vida
Plena en felicidad, unión y amor.
Amén.
Señor Dios todopoderoso,
Que nos has revelado
Que el amor a Dios y al prójimo
Es el compendio de toda tu Ley,
Haz que imitando la Caridad de Santa María de la Cabeza,
Seamos contados un día entre los elegidos de tu reino.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Amen.
Ante Ti Virgen de la Cabeza
Ante ti, Santa María, Virgen de la Cabeza,
Madre de Dios y madre nuestra,
hemos venido tus hijos queridos a felicitarte
por las obras grandes que el Poderoso ha hecho en ti.
Tú, la joven de Nazaret, nos enseñas a gozar la alegría de vivir.
Tú, que te consideraste la humilde esclava del Señor,
que dijiste “sí” al plan de Dios en tu vida,
nos enseñas a ponernos confiadamente en las manos de nuestro Padre.
Tú, que serviste a Isabel, nos enseñas a servir a todos los hombres nuestros hermanos.
Tú, que proclamaste la grandeza del Señor, nos enseñas a alabar de todo corazón a Dios;
Tú, que nos diste a Jesús en Belén, nos enseñas a nosotros a alumbrar en nuestra vida la presencia de Cristo;
Tú, que buscaste y hallaste a Jesús en el templo, nos enseñas el sendero hacia el que es Luz del mundo;
Tú que guardabas todas las cosas en tu corazón, nos enseñas a meditar la Palabra de Dios y a ponerla por obra en nuestra vida.
Tú, la mujer atenta a las necesidades de los novios de Caná, nos enseñas a fijar nuestra atención en los más necesitados.
Tú, que seguías a Jesús, nos enseñas a tomar al camino de la verdad.
Tú, que estabas de pie ante la cruz de tu hijo, nos enseñas a no desesperar ante las dificultades.
Tú, que acompañaste a los apóstoles en los inicios del Evangelio, sigues hoy en el corazón de la Iglesia.
Gracias, Madre, por lo que en cada momento nos enseñas y nos das. Gracias por mostrarnos a Jesús.
Te pedimos que nos protejas, que guardes a tu pueblo, que veles por todos y cada uno de nosotros. Mira a los catequistas.
Mira a los niños, a los jóvenes, a los novios, a los matrimonios, a las familias, a los ancianos, a los enfermos, a todos y cada uno de los que en ti han puesto su corazón y su confianza.
Y que a la hora de nuestra partida, gocemos junto a ti de la presencia de tu hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
AMÉN.
(Facundo López Sanjuán)